Sergio Díaz-Granados
Presidente Ejecutivo, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Colombia
Hace pocos días logramos algo que parecía impensable: por primera vez en la historia, los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea y de América Latina y el Caribe se reunieron en Santiago de Compostela y pusieron la primera piedra de una nueva alianza global.
Pero para explicar lo que sucedió en Santiago tenemos que devolvernos un año atrás, a Madrid, cuando desde CAF nos reunimos con el Gobierno de España para intentar recalibrar las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe, que en los últimos años habían sido intermitentes, bilaterales y marcadas por intereses segmentados. La presidencia española del Consejo de la UE estaba cerca, y la opción de una reunión de ministros de Economía y Finanzas de la UE con sus pares de la región era apenas una idea peregrina.
Poco a poco, con el liderazgo de España y CAF, la idea peregrina fue tomando forma. La primera parada fue la Cumbre de Jefes de estado de Bruselas, donde la Comisión Europea anunció una agenda de inversiones de 45.000 millones de euros para la región. Y el camino peregrino llegó a Santiago de Compostela, donde construimos una nueva capilla para las relaciones de dos bloques que, dados sus lazos históricos, culturales, familiares y comerciales, están destinados a colaborar más estrechamente para enfrentar los grandes desafíos globales.
Esta “capilla” de Santiago es un primer acercamiento a lo que, con el paso del tiempo y con el trabajo de todos, puede ser una nueva catedral que salvaguarde la sostenibilidad del planeta. Tenemos que seguir del lado de la acción y promover una visión a medio y largo plazo que trascienda los ciclos políticos y se centre en superar las brechas socioeconómicas de la región y en la Agenda 2030. No podemos contentarnos con reuniones esporádicas.
Por eso, uno de los acuerdos de la reunión fue la creación de nuevos mecanismos de seguimiento a las inversiones europeas que incluyen reuniones trimestrales para compartir buenas prácticas y considerar los próximos pasos para ampliar la agenda de inversión. La primera de estas reuniones tendrá lugar en Bruselas en el primer trimestre de 2024.
Hasta el momento hemos identificado 136 proyectos de inversión en América Latina y el Caribe. De este listado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- tiene 70 iniciativas que contribuirán a reducir la pobreza y la desigualdad, impulsar la transición verde y justa y la transformación digital.
La implementación del Global Gateway requiere de audacia, compromiso y mente abierta, así como de reconocer las asimetrías entre las dos regiones como punto de partida. Si bien los instrumentos de los que disponemos son variados y potentes, las emergencias climáticas, alimentarias, financieras y sociales nos demanda nuevas formas de hacer las cosas.
Uno de los instrumentos financieros que se pusieron sobre la mesa es el relacionado con los canjes de deuda por naturaleza, una opción beneficiosa para América Latina y el Caribe, una de las regiones menos contaminantes y que sufrirá los peores efectos del calentamiento global.
En paralelo, tenemos que apoyar a los bancos nacionales de desarrollo. Por ejemplo, CAF ya está invirtiendo en la creación del Blue Green Bank en Barbados, que será un banco de desarrollo público con una vocación de trabajo regional en todo el Caribe, enfocado en preservar la salud de los océanos, mejorar las condiciones de vida de las poblaciones que habitan los litorales continentales y las islas, y fomentar la sostenibilidad en todas las cadenas productivas.
Otro instrumento innovador son los Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo mundial al que le podemos dar nuevos usos con innovación, responsabilidad y voluntad política. Podemos considerar opciones como usar los DEG como solución de financiamiento para enfrentar el cambio climático. Existe un potencial enorme para redistribuir estos activos hacia América Latina y el Caribe, de manera innovadora para cambiar el sentido de la ecuación, protegiendo nuestros activos ambientales y acelerando el proceso de descarbonización. Además, el uso de garantías y seguros es también un instrumento para la transferencia de riesgo y mayor apalancamiento público y privado en proyectos intensivos en externalidades ambientales positivas.
La nueva agenda de inversiones de la UE en América Latina y el Caribe tiene objetivos claros y la voluntad política necesaria para avanzar. Es el momento de hacer, poniendo nuestra parte en este proyecto por el desarrollo y la sostenibilidad de América Latina, el Caribe y Europa. Así nos lo demandan nuestros ciudadanos y el planeta. La invitación es a atender el llamado de la historia, y a construir una catedral que perdure en el tiempo.