Innovación en infraestructura para el aprendizaje: ¿Qué hacer para mejorar la calidad educativa en América Latina y El Caribe?
30 de noviembre de 2023
En la década de los sesenta, el visionario arquitecto Louis Kahn definió la escuela como un entorno construido donde el estudio puede desarrollarse de manera satisfactoria:
Las escuelas comenzaron con un hombre, que no sabía que era un maestro, discutiendo bajo un árbol sus experiencias con unos pocos que ignoraban, a su vez, que eran estudiantes. Estos últimos, reflexionando sobre lo que se había discurrido y sobre lo útil que les había resultado la presencia de este hombre, aspiraron entonces a que sus hijos también escucharan a un hombre semejante. Pronto se exigieron los espacios necesarios y aparecieron las primeras escuelas. La aparición de la escuela era inevitable porque formaba parte de los deseos del hombre.
Nuestros vastos sistemas educativos, ahora institucionalizados, surgieron de esas pequeñas escuelas, pero el espíritu de sus comienzos se ha olvidado. Los locales que requieren hoy nuestras instituciones son estereotipados y faltos de sugerencias. Las aulas uniformes, los corredores con sus armarios y el resto de las dependencias están dispuestos por el arquitecto en procura de una respuesta supuestamente funcional que no exceda los límites métricos y presupuestarios rígidamente impuestos por las autoridades.
Estas escuelas, aunque agradables, son pobres de arquitectura, porque no reflejan el espíritu de ese hombre que enseñaba bajo el árbol. Sin embargo, todo el sistema de escuelas que siguió a aquel comienzo no hubiera sido posible si el comienzo mismo no hubiera estado en armonía con la naturaleza del hombre. Es probable que la voluntad de ser de la escuela existiera aún antes que la circunstancia del hombre bajo el árbol. Es bueno para la mente volver a los comienzos, porque el comienzo de toda actividad estable del hombre es su momento más maravilloso (Kahn, 1984 [1961]: 9-10).
Los problemas de estereotipos y falta de innovación señalados por Kahn aún persisten en América Latina y El Caribe. Aunque existe un consenso sobre la educación como clave para el progreso, la igualdad y el desarrollo sostenible, la región enfrenta desafíos considerables en cuanto a la infraestructura educativa y su posibilidad de adaptarse a los escenarios del siglo XXI.
El déficit regional en infraestructura social y económica está marcado por una brecha que se ha ampliado, especialmente en el sector educativo. Si bien, durante los últimos 15 años los países de la región han aumentado las inversiones en educación, alineándose con el compromiso de alcanzar y garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 para 2030, aún la desigualdad persiste como un rasgo distintivo, siendo los países centroamericanos (seguidos por Paraguay y Ecuador) los más necesitados en este contexto.
La provisión y el mejoramiento de la infraestructura educativa emerge como un factor crucial en este panorama. Desde la falta de aulas hasta la carencia de acceso a tecnologías modernas, diversos factores impactan directamente en la calidad educativa. Estudios resaltan la influencia de la calidad física de la infraestructura en el rendimiento académico, , los procesos de aprendizaje, el desarrollo físico y psicomotor, la salud y la seguridad de los estudiantes. La brecha entre escuelas rurales y urbanas es evidente, afectando especialmente a los estudiantes de sectores desfavorecidos. Para abordar estas deficiencias, es crucial considerar la inclusión, seguridad y flexibilidad en el diseño de los espacios educativos.
En CAF -banco de desarrollo de América Latina y El Caribe, proporcionamos asistencia técnica y financiera para iniciativas que amplíen el acceso a la educación, mejoren la calidad y fortalezcan la pertinencia de las ofertas educativas. Actualmente, contamos con operaciones de crédito para el financiamiento de infraestructura para el aprendizaje en Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador, Colombia y Panamá. Hemos desarrollado un conjunto de guías y manuales dirigidos a mejorar a las políticas públicas en el sector y, además, nos encontramos desarrollando un manual de innovación en infraestructura para el aprendizaje, el cual despliega una batería de acciones posibles de implementar por parte de los gobiernos nacionales y subnacionales de la región.
Con el objetivo de aportar en la transformación de la realidad educativa en nuestra región, abogamos por estrategias de acción en cuatro ejes fundamentales:
- Infraestructura como lugar de inclusión: Imaginemos los espacios educativos como un tercer docente (el primero, la comunidad de aprendizaje; el segundo, los profesores y las profesoras tradicionalmente reconocidos), un espacio vivo que facilita y condiciona el aprendizaje. Promover esta visión implica diseñar entornos que reflejen el respeto a la diversidad e igualdad de género.
- Articulación de la infraestructura con su entorno: Fomentamos la conexión de los espacios educativos con la comunidad circundante para enriquecer el intercambio de conocimientos, fortaleciendo los lazos entre la escuela y la comunidad. Esta sinergia no solo beneficia a los estudiantes, sino que fortalece los lazos entre la escuela y la comunidad, creando un ecosistema educativo más rico y colaborativo. En este punto resulta de interés la promoción de procesos participativos de diseño y ejecución de infraestructuras adaptadas a los contextos locales.
- Transición y flexibilidad de los espacios de aprendizaje: Reconocemos que el aprendizaje no se limita a cuatro paredes estáticas; se necesita flexibilidad para adaptarse a diferentes métodos pedagógicos y formas de aprendizaje. La infraestructura educativa debe permitir la transición fluida entre espacios, fomentando la colaboración y la creatividad. Aulas versátiles y áreas de aprendizaje al aire libre ofrecen oportunidades para explorar, experimentar y aprender de manera dinámica.
- Ecoeficiencia y sustentabilidad ambiental: Promovemos intervenciones ecológicamente amigables que reflejen la importancia del respeto al medio ambiente y de la conservación de nuestros recursos. El uso de materiales eficientes, la reducción de emisiones y la utilización de soluciones basadas en la naturaleza e infraestructura azul y verde resultan elementos a considerar a la hora de proyectar las infraestructuras para el aprendizaje.
Imaginemos un futuro donde nuestras escuelas sean epicentros de conocimiento dinámico, fortalecidas por un marco de igualdad, en el que cada estudiante construya un camino en conjunto con su comunidad educativa para obtener oportunidades de desarrollo y progreso. En rumbo a ese escenario, es necesario que promovamos prácticas innovadoras para transformar las infraestructuras educativas de América Latina y El Caribe en lugares que reflejen los deseos de las y los ciudadanos que nuestra región requiere para ser más igualitaria y justa.
Martín Motta
Ejecutivo Principal en Infraestructura Social, Gerencia de Desarrollo Social y Humano de CAF
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