Cómo combinar negocios con transición justa
15 de febrero de 2024
Un tema cada vez más popular a nivel internacional es el de la transición verde y justa. Esto se debe a una mayor conciencia de la crisis climática, las preocupaciones por la pobreza y las desigualdades sociales exacerbadas por la degradación ambiental y los cambios climáticos, la preocupación por los trabajadores en sectores que pueden ser más afectados por la transición, el impulso político en torno a la sostenibilidad ambiental y las cuestiones de justicia social, un mayor compromiso corporativo, con reconocimiento creciente de la necesidad de transicionar hacia prácticas empresariales más sostenibles y socialmente responsables, y el reconocimiento de que las agendas de cambios climáticos y de ODS pueden combinarse y reforzarse mutuamente.
Según la ONU, el concepto de la transición verde y justa busca garantizar que nadie se quede atrás en la transición hacia economías y sociedades bajas en carbono y ecológicamente sostenibles. Sin embargo, a pesar de su atractivo y razonabilidad, el concepto es controvertido. Varios grupos, cada uno con sus propias razones y motivaciones, se oponen a él. Estos incluyen industrias que dependen fuertemente de combustibles fósiles o prácticas insostenibles, como la minería del carbón, extracción de petróleo y gas, y la manufactura pesada, movimientos que representan a trabajadores en industrias intensivas en carbono, grupos y accionistas que priorizan beneficios inmediatos, países que se benefician de la exportación de combustibles fósiles, e individuos o grupos que niegan el consenso científico sobre los cambios climáticos. En Estados Unidos, por ejemplo, empresas que han adoptado principios ESG están experimentando un potente cabildeo negativo de grupos conservadores, y la transición justa es incluso tema de campañas electorales.
Pero las evidencias sugieren que la transición verde y justa no es antagónica a los intereses comerciales. Al contrario, la transición hacia prácticas sostenibles abre nuevas oportunidades de negocio. Las empresas que abrazan la sostenibilidad pueden acceder a mercados emergentes y en crecimiento para obtener una ventaja competitiva. La adopción de prácticas sostenibles a menudo conduce a ahorros operativos a mediano y largo plazo, como en eficiencia energética, reducción de residuos y conservación de recursos. Al abrazar la sostenibilidad, se crea valor y se promueve la innovación y la diferenciación en el mercado, como en tecnologías verdes, materiales sostenibles y modelos de negocios circulares. Demostrar un compromiso con la sostenibilidad también puede mejorar la reputación de la empresa y el valor de la marca ante el mercado y sus propios empleados. Al abordar de manera proactiva las preocupaciones ecológicas y cumplir con regulaciones sociales y ambientales, la empresa también puede evitar multas, disputas legales y daños a la reputación. Y las evidencias empíricas sugieren que las empresas que demuestran un compromiso con la responsabilidad ambiental y social tienen un mayor y mejor acceso al capital y a condiciones de crédito, experimentan un mayor aumento en la participación de mercado y son más resilientes.
Sin embargo, es necesario reconocer que los intereses de las empresas por la agenda de transición verde y justa pueden ser influenciados por las condiciones específicas de cada país. Después de todo, las condiciones enfrentadas por la misma empresa en un país desarrollado y en uno en desarrollo para llevar a cabo esa agenda pueden ser bastante distintas. Y también es necesario reconocer que la creciente ola de nacionalismo, discriminación, proteccionismo y subsidios ofrecidos por países desarrollados a sus empresas y la fragmentación del comercio global imponen costos asimétricos y desventajas para las empresas operando desde países en desarrollo, generando obstáculos para la adopción de la transición verde y justa en esos contextos.
A pesar de las dificultades, el caso de América Latina ilustra cómo las empresas pueden aprovechar oportunidades de negocio y combinar retornos atractivos con la transición verde y justa. Después de todo, la región ofrece condiciones sin precedentes para que las empresas domésticas e internacionales exploren la economía del futuro y prosperen. Considere la energía verde y el powershoring. La región tiene, de lejos, la matriz eléctrica más verde, y muchos proyectos nuevos de energías renovables y líneas de transmisión están en marcha. Además de la disponibilidad inmediata, el costo de esa energía es generalmente competitivo, lo que aumenta la atractividad de la región para negocios intensivos en energía o que necesitan descarbonizar en plazos cortos. La región también es generalmente abundante en agua dulce y minerales estratégicos para la transición, es especialmente rica en biodiversidad, tiene un potencial inmenso para el mercado de carbono, un liderazgo y potencial inmenso en la producción de biocombustibles y un enorme potencial para la expansión de la agricultura sostenible. Todo esto favorece la competitividad de productos intensivos en energía y agua.
Como ejemplo, considere el acero verde. La región es globalmente la más competitiva para albergar la producción de este producto, lo que puede tener implicaciones significativas para la generación de empleo e ingresos, desarrollo territorial y cadenas de valor, infraestructuras, impacto en pequeñas empresas, generación de impuestos y exportaciones, entre muchos otros beneficios que convergen con la transición verde y justa en países en desarrollo. Pero ese acero también puede beneficiar a empresas de otras regiones que necesitan descarbonizar sus líneas de producción, como la industria de vehículos, favorecer a consumidores internacionales con precios más competitivos y acelerar los tiempos y reducir el costo de la transición energética en los países importadores de acero. Al final, ese acero podría favorecer la transición verde y justa en un plan generalizado.
Estimular y promover la combinación de intereses comerciales, sociales y ambientales podría acelerar medidas y reformas que favorezcan los compromisos ambientales y los ODS, colocando al sector privado en una condición muy especial. Estimular el comercio y la inversión, terminar con los subsidios de los países ricos y acceder a tecnologías y fuentes de financiamiento podrían ser particularmente relevantes para involucrar a empresas en países en desarrollo en esta importante agenda de interés global.
Jorge Arbache
Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
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