Harvey Scorcia
Ejecutivo Principal en transporte de CAF -banco de desarrollo de América Latina
Hace poco finalizamos un estudio, con la colaboración de la firma Steer, cuyo objetivo fue proponer mejoras al Sistema de Información al Usuario (SIU) del sistema de buses de Ciudad de Panamá (Mibus). Al inicio del estudio, no imaginábamos los retos que identificaríamos durante la etapa de diagnóstico, el cual tuvo un enfoque de género, inclusión de personas con discapacidad, y diversidad (GID). La contratación del estudio fue consecuencia de una conversación entre Mibus y CAF sobre la necesidad de mejorar la señalética, y de facilitarle a la ciudadanía local (y a las personas extranjeras) el uso del sistema de buses y sus conexiones con el sistema metro.
Para elaborar el diagnóstico del SIU, y para atender el enfoque de GID hicimos, entre otros, un análisis basado en la experiencia de las personas que utilizan el sistema. Para esto conformamos grupos focales, observamos el comportamiento de las personas en las zonas de intercambio entre bus y metro, y realizamos recorridos acompañados.
Los grupos focales incluyeron: personas con discapacidad intelectual, física, y sensorial; personas mayores; personas pertenecientes a distintos grupos étnicos; población rural; población migrante; turistas; personas cuidadoras; mujeres; población LGBTIQA+; y menores de edad. El análisis incluyó la revisión de sus experiencias a lo largo de todas las etapas de sus viajes (planificación del viaje, compra de los boletos, la espera y abordaje de los buses, etc.) tal como es presentado en la siguiente figura:
Los resultados del ejercicio dejaron al equipo atónito ante las complejidades que enfrentan distintos grupos de la población, los cuales no son tenidos en cuenta activamente durante la planificación, construcción y gestión de los sistemas de transporte. Algunos hallazgos no son novedosos, especialmente en la temática de género, ya que en los últimos años distintos estudios vienen recopilando evidencia de la problemática. Pese a esto, aun no se han implementado soluciones integrales a los retos. Por ejemplo, las mujeres, que son las que más sufren de situaciones de violencia en los espacios públicos, dan alta importancia en su movilidad a la presencia de espacios seguros. Por ende, planifican el uso de rutas, horarios y recorridos donde haya mayor percepción de seguridad. Debido a sus roles en labores de trabajo doméstico no remunerado y de cuidado, las mujeres realizan viajes encadenados (con múltiples paradas) que requieren transbordos. Entonces, el sistema debe ofrecer una política tarifaria que permita hacer transbordos. Igualmente, el disponer y conocer los espacios en el sistema para la lactancia haría la diferencia para muchas madres. Finalmente, algo que llamó la atención del equipo fue el tabú que hay alrededor del tema del acoso sexual. El tema no salió espontáneamente en las entrevistas y tuvo que ser preguntado directamente dando una definición de lo que era acoso sexual con ejemplos. Una vez reconocidas las situaciones, hubo un largo anecdotario sobre este fenómeno en el transporte público.
Otros hallazgos y retos identificados, que ahora nos parecen obvios, no los teníamos en el radar. Por ejemplo: (i) las limitaciones y dificultades que tienen las personas con discapacidad para obtener información básica sobre el sistema; (ii) la imposibilidad de las personas sordas para interactuar con los funcionarios en las taquillas; (iii) la inexistencia de una manera de identificar a las paradas y las zonas pagas en lengua de señas; (iv) la importancia de que las maquinas validadoras de viajes estén adaptadas para personas sordas (con alguna luz) y ciegas (con algún sonido) que indique que la transacción ha sido aceptada; (v) las dificultades que enfrenta una persona sorda cuando el timbre de un autobús no funciona, o las limitaciones que enfrenta una persona ciega dentro del bus cuando no escucha en qué parada va el bus; (vi) las dificultades que tienen las personas mayores con los temas tecnológicos, como por ejemplo las recargas de sus tarjetas; (vii) las complejidades que enfrentan las personas ciegas y con movilidad reducida para recorrer las calles de la ciudad y posteriormente para abordar (y descender) de los buses. Si bien los buses por diseño cuentan con plataformas y rampas, esto no es garantía de que estas funcionen. Además, los conductores no son diestros en el conocimiento y manejo de las distintas tipologías de sillas de ruedas existentes; y (viii) finalmente, y para no extenderme en el sinnúmero de retos, destaco el matoneo tácito y explícito al que se exponen diariamente distintas personas. Por ejemplo, el rechazo o displicencia para permitir y/o apoyar en el acceso a los buses a personas con sobrepeso que usan sillas de ruedas; o la actitud y comentarios hacia las mujeres indígenas y a la población LGBTIQA+ por su manera de vestir.
Ante toda esta evidencia queda claro que los retos no están únicamente en el SIU, sino en otros ámbitos como la infraestructura, la capacidad técnica e institucional, y la regulación (habiendo brechas y duplicidades de responsabilidad entre las instituciones). La complejidad e inmensidad del reto no debe ser excusa para no hacer nada. De hecho, hay muchas acciones de bajo costo y alto impacto en que se puede avanzar. Algunas de ellas son: (i) la creación de señalética con versiones accesibles (placas de Braille, videos en lengua de señas para pantalla, mapas hapticos, y señales auditivas); (ii) mejoras en los entornos del transporte público con enfoque en infraestructura de accesibilidad universal; (iii) diseño del sistema de gestión de activos y plan de mantenimiento y mejora de las señales; (iv) estrategias de campañas contra el acoso sexual en el sistema y protocolos de denuncia; (v) estrategias contra la discriminación; y (vii) cumplimiento de estándares de accesibilidad universal en compra de futura flota.
Cierro agradeciendo a Mibus por la oportunidad y apertura que tuvieron con CAF. Esperamos continuar trabajando en la región para implementar acciones que atiendan a las necesidades de movilidad de toda la población incorporando la perspectiva de género, inclusión de personas con discapacidad y diversidad.