Infraestructura cicloviaria: el dilema del huevo y la gallina
10 de junio de 2024
En las últimas semanas, en Montevideo, ciudad en la que resido desde hace más de 10 años, ha surgido un debate público sobre unas intervenciones que la Intendencia está realizando para ampliar la red de ciclovías en la emblemática Rambla de la ciudad. No pocos colegas y amigos, que conocen mi trabajo y especialidad en los temas de movilidad urbana, me han preguntado sobre mi opinión acera de dicha intervención, esperando una fuerte crítica de mi parte a lo que para muchos (en su mayoría conductores de vehículo privado) es un sin sentido, pues al quitar espacio a los autos reduciendo en un carril la calzada existente se genera una “gran congestión en ese tramo de la vía y no pasa nadie por el carril bici”.
Quiero resaltar que este tipo de cuestionamientos los he recibido anteriormente también, cuando en Bogotá, mi ciudad de origen, se implementó un carril bici por una de las principales vías de la ciudad (la Carrera 7ª) inicialmente de forma temporal por la pandemia y luego por una decisión valiente y acertada del entonces secretario de movilidad, Nicolás Estupiñán.
Mi respuesta a este cuestionamiento se divide en varias partes, pero todas están relacionadas con alcanzar la tan deseada movilidad sostenible en nuestras ciudades latinoamericanas y caribeñas. Este ideario, validado globalmente, busca un cambio de paradigma de la movilidad con acciones englobadas en Evitar, Cambiar y Mejorar (ASI por sus siglas en inglés). Evitar viajes innecesarios en vehículos motorizados, Cambiar a modos mas sostenibles ambiental y socialmente y Mejorar la tecnología de propulsión de los modos actuales para hacerlos mas eficientes y menos contaminantes.
Dicho lo anterior empecemos por el principio… durante varios años antes de la pandemia, en la sede de CAF en Uruguay se promovió una actividad para ir al trabajo en bici en el mes de abril para conmemorar el día mundial de la bicicleta. Fueron varios los adeptos a esta actividad que encontraban con esta experiencia una forma mucho más divertida y eficiente de llegar a sus trabajos, y cuando preguntábamos a los participantes sobre porqué no lo hacían más regularmente, una de las respuestas más comunes era: “porque no me siento segura” “los conductores no tienen respeto por las bicicletas”. Sin embargo, esta situación no es exclusiva de Montevideo, y la necesidad de invertir en infraestructura ciclista y ganar espacios para el desarrollo seguro de la movilidad ciclista ha sido identificada en el estudio del BID “ciclo-inclusión en América Latina, guía para impulsar el uso de la bicicleta como transporte urbano”.
Los resultados de este tipo de inversiones se ven claramente en corto tiempo, en la misma ciudad de Montevideo entró en funcionamiento una ciclovía en la emblemática 18 de Julio que, en menos de un año de funcionamiento, duplicó los usuarios que transitan por esta vía pasando de 605 a 1.189 usuarios según datos de la IM. La ciudad que ya cuenta con mas de 47.700 viajes diarios en bicicleta o cerca de 109.200 (cerca del 3% del total de viajes) incluyendo el área metropolitana de acuerdo con la Encuesta de Movilidad del año 2016 realizada por CAF en conjunto con las Intendencias de Montevideo, Canelones, el MTOP, la UDELAR y PNUD.
En resumen, demanda por viajes urbanos en bicicleta hay y habrá cada vez más, mientras se mejore la infraestructura, por tanto no hay tal dilema del “huevo y la gallina” si hay buena infraestructura vendrán más ciclistas urbanos. Es claro que no es la única solución ni es apta para todo el mundo, pero entre más se incrementen los porcentajes de participación de este modo en nuestras ciudades y mayor educación vial de todos los actores impartimos, mejor movilidad tendremos sin lugar a dudas.
La otra parte de mi respuesta tiene que ver con Evitar y Cambiar. La urgencia climática global y el deterioro de la calidad del aire así como la congestión nos obligan a hacer un uso racional del vehículo privado, proporcionando alternativas seguras al uso del automóvil. La cicloinfraestructura es una de ellas más no la única. No se trata de prohibir el uso del auto pero si de asignarle correctamente los costos sociales que genera. Dentro del espacio público de las ciudades las vías son las que mas suelo consumen, generando muchas veces barreras urbanas que parecen siempre insuficientes para evitar la congestión. Lo que está probado es que el aumento de capacidad en las vías urbanas atrae más vehículos, lo que técnicamente se conoce como tráfico inducido.
Finalmente, hay elementos asociados al diseño de las ciclovías que a través de los años de desarrollo de este tipo de infraestructura han probado ser más eficientes y seguros. No se puede pretender ubicarlas sobre la vereda, pues además de que La Rambla es un patrimonio inmaterial de la ciudad, hacerlo pone en riesgo a los peatones como los usuarios de la movilidad más vulnerables. Hay que recordar que todos somos peatones en algún momento. El concepto de calles completas cobra entonces relevancia pues busca garantizar un uso más equitativo del espacio público vial corrigiendo el desequilibrio existente en favor al vehículo privado y además calmando el tráfico y protegiendo a los usuarios más vulnerables.
Los tiempos de viaje por la Rambla de Montevideo posiblemente han aumentado, pero de forma muy puntual en la hora pico de la tarde y a niveles que son comparativamente marginales en una vía que tiene vocación paisajística y con mucho flujo peatonal.
En conclusión, no puedo validar la opinión de mis amigos y colegas en contra del desarrollo de esta infraestructura, por el contrario esperaría que continuara creciendo la red de ciclovías mejor conectadas y acordes con un plan cicloviario que permita contribuir a una movilidad más sostenible para mi ciudad adoptiva.
Andrés Alcalá
Coordinador del Programa LOGUS de CAF
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