En América Latina y el Caribe (ALC) hay 48,8 millones de niños menores de cinco años. Un alto porcentaje de estos niños crece con serias privaciones, en un contexto de políticas públicas deficientes que no son capaces de revertir las desigualdades o que, en algunos casos, las agudizan.

Para 2022, 5 millones de niños menores de cinco años en ALC sufrían de retraso en el crecimiento medido por la altura para la edad, uno de los principales indicadores de la desnutrición crónica infantil (DCI). De igual forma, 18% de los niños de entre tres y cinco años no tiene un desarrollo acorde a su edad en al menos tres de cuatro dominios relevantes (cognición, desarrollo motor, habilidades socioemocionales y aprendizaje).

El desarrollo óptimo de las habilidades y capacidades de un niño depende fundamentalmente de la calidad del cuidado recibido en la etapa de gestación y en los primeros años de vida. Los datos disponibles, reflejan que muchos niños en ALC, sobre todo los que viven en contextos socioeconómicos más desaventajados, están lejos de recibir una atención adecuada en esta etapa. Las deficiencias empiezan en la etapa de gestación, con muchas mujeres recibiendo atención médica precaria durante el embarazo. Posteriormente, en la niñez temprana, encontramos deficiencias en prevalencia de la lactancia materna exclusiva, en las prácticas de alimentación complementaria, de estimulación y/o atención receptiva hacia el niño.

Estas carencias traen como consecuencia que muchos niños no alcancen un desarrollo físico, socioemocional y cognitivo ideal. Conforme pasen los años, la acumulación de capital humano de estos niños se debilitará, en muchos casos de manera permanente, impactando negativamente no solo en su salud y productividad, sino también en el nivel de bienestar general de nuestras sociedades.

Garantizar que los niños cuenten con un cuidado adecuado, independientemente de dónde les haya tocado nacer, no sólo es un imperativo moral, sino también una necesidad en términos de igualdad y de eficiencia.

APORTES EN NÚMEROS

Desde 2019, CAF ha aportado USD 1.169 millones para atender a la primera infancia de ALC, apoyando políticas de desarrollo infantil temprano y protección social, así como acciones de promoción de la nutrición y la salud materno-infantil, a través de financiamiento, asistencia técnica y generación y difusión de conocimiento en el desarrollo integral de la primera infancia.

El apoyo de CAF ha servido potencialmente para aumentar la seguridad alimentaria en 25% en los hogares beneficiados con transferencias monetarias de Argentina y disminuir en Ecuador la DCI en alrededor de 6% interanualmente con su abordaje de Presupuesto por Resultados (PpR). De igual forma, con su acción en comunidades puntuales de Bolivia, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, CAF puede haber ayudado a reducir en 30% la incidencia de diarrea gracias a la socialización de prácticas higiénicas, en 12% la probabilidad de introducir alimentación complementaria antes de tiempo y en 0,12 desviaciones estándar la incidencia de retraso en el crecimiento, gracias al fomento de buenas prácticas de alimentación en el hogar. En Venezuela, las acciones de mitigación fueron clave para recuperar entre el 60 y el 70% de los niños con problemas de desnutrición atendidos.