Lecciones para América Latina sobre el shale oil y el medio ambiente
La aguda caída en los precios del petróleo ha retrasado proyectos en energía alrededor del mundo, pero varios países de América Latina todavía esperan lograr atraer inversores a sus yacimientos de shale
A pesar de que las tecnologías básicas utilizadas para la explotación del shale oil (petróleo de esquisto), como la perforación horizontal y la fractura hidráulica, han estado en uso desde hace décadas, solo recientemente los avances tecnológicos han permitido la explotación rentable de este recurso. Y en el contexto actual de bajos precios de petróleo, la presión por reducir costos e incrementar la productividad es particularmente aguda.
Con esta afirmación inicia el informe La explotación del shale y el medio ambiente: Lecciones de política para América Latina, publicada por el Dialogo Interamericano junto con CAF -banco de desarrollo de América Latina.
América Latina es una de las regiones con mayor potencial para la explotación de yacimientos de esquisto fuera de los Estados Unidos, de acuerdo con las estimaciones de reservas globales de shale realizadas por el gobierno de Estados Unidos. Argentina es el único país latinoamericano que actualmente produce cantidades comerciales de petróleo de esquisto, con una producción que supera al equivalente de 50.000 barriles de petróleo por día. En 2012, Colombia otorgó su primer contrato para la perforación de bloques con potenciales depósitos de shale, estableciendo regulaciones para la exploración mediante la fractura hidráulica en 2014.
Pemex, compañía de petróleo estatal de México, produjo su primer gas de esquisto a partir de un pozo exploratorio temprano en el 2011. La petrolera mexicana contempla incluir áreas no convencionales como parte de su primera ronda de licitación competitiva del sector petrolero desde su apertura a la inversión privada.
Argentina, México y Colombia tienen un potencial significativo de recursos de petróleo y gas de esquisto que sus respectivos gobiernos han intentado desarrollar. Cada país posee, en distintos grados, regulaciones ambientales específicas implementadas para la explotación del shale. Sin embargo, reguladores y legisladores deben mejorar las regulaciones y prácticas fundamentalmente en dos áreas: equilibrar las regulaciones centralizadas con flexibilidad y mejorar la transparencia y la difusión pública.
A medida que la industria crece, los gobiernos, compañías, prensa y ONG de la región podrían optimizar aun más el acceso a los datos y otros tipos de información sobre la explotación del shale. América Latina también podría beneficiarse de compartir las mejores prácticas entre los países de toda la región, tomando como ejemplo la industria delshale en los Estados Unidos, única experiencia de envergadura existente en el mundo.