El ciudadano como centro de la agenda urbana
Las políticas públicas de desarrollo urbano deben priorizar las iniciativas que sitúen al ciudadano como verdadero protagonista de la acción
América Latina ha sido testigo, como muchas otras regiones del mundo en desarrollo, de una verdadera explosión demográfica de sus ciudades. Aunque el fenómeno de la urbanización no es nuevo, sí lo es la velocidad y la magnitud que registró en estos últimos años.
Las cifras son contundentes: el 80% de la población latinoamericana vive hoy en ciudades y se espera que esa tendencia siga profundizándose de aquí a 2050. Además, las ciudades generan actualmente el 65% del Producto Interno Bruto (PIB) regional, lo que las convierte en el indiscutible motor económico y de desarrollo.
Visto con perspectiva, está claro que este acelerado proceso de urbanización constituye uno de los fenómenos más sobresalientes del siglo XXI a nivel regional. No obstante, en la gran mayoría de los casos ha sido un proceso desenfrenado y sin planificación, lo que se manifiesta en que gran parte de la población ciudadana (entre 25% y 50%, según los casos) se concentra en asentamientos informales caracterizadas por la precariedad, el riesgo y la pobreza, con escasas oportunidades para mejorar su situación.
A esta realidad de exclusión social se suman, además, otros problemas como la contaminación, el congestionamiento en calles y carreteras, la inseguridad ciudadana y servicios públicos no siempre asequibles y eficientes.
Como nunca antes, estas nuevas realidades nos conminan a poner a los ciudadanos y su bienestar en el centro de toda política y acción de desarrollo urbano. Debemos unir esfuerzos para desarrollar ciudades inclusivas que maximicen el potencial urbano y, en última instancia, el potencial del país.
Mejorar la calidad de vida de los habitantes a través del acceso a buenos sistemas de transporte, a la educación, al espacio público y verde, a la salud y a los servicios de agua potable y alcantarillado, entre otros derechos, son algunos de los desafíos que se deben abordar desde una mirada integral de las ciudades.
Entre el 17 y 20 de octubre se celebró en Quito la cumbre Hábitat III de Naciones Unidas, un foro mundial en el que se definió la Nueva Agenda Urbana para los próximos 20 años. Sin lugar a dudas, este fue el momento oportuno para pensar y debatir cómo hacer que nuestras ciudades estén al servicio del bienestar de las personas y no al revés y cómo garantizar, desde todos los ámbitos y sectores, que la gente pueda ejercer su ciudadanía plenamente, sin ningún tipo de restricciones.
Para la construcción de una Nueva Agenda Urbana inclusiva serán clave cinco elementos: 1) Una agenda centrada en las personas; 2) Contemplar la inequidad y el cambio climático como principales ejes de la agenda, ya que las ciudades son la clave para llevar a cabo acciones rápidas y eficaces para combatir estas dos problemáticas mundiales; 3) Fortalecer la gobernanza de las ciudades a distintos niveles; 4) Expandir los mecanismos de financiamiento para contribuir al desarrollo de infraestructura y proyectos que garanticen la concreción de la Nueva Agenda Urbana y 5) Realizar una correcta medición, monitoreo y evaluación de la aplicación de los nuevos lineamientos de la agenda.
No hay tiempo que perder para atender las grandes asignaturas pendientes en la agenda de desarrollo de la región.