El feedback como regalo
El feedback es de lo más útil que puede recibir una persona o un proyecto, porque permite identificar fallas y debilidades para luego mejorarlas.
Hace pocas semanas se disparó un debate en las redes sociales como consecuencia de la publicación de los resultados de una evaluación de impacto del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela. Había gran expectativa sobre el estudio ya que la iniciativa se ha consolidado entre los programas sociales más importantes de la región y ha inspirado iniciativas similares en 29 países del mundo.
La buena noticia es que el estudio afirma que el programa causa un incremento del "autocontrol" y una disminución de las "dificultades de comportamiento" de los participantes. La mala noticia es que estas son solo 2 de las 26 variables de impacto social que fueron evaluadas. Esto significa que no se han encontrado efectos significativos sobre otras variables de importancia, como aquellas que buscaban medir habilidades cognitivas y pro-sociales, que forman parte de la misión de la institución.
Además, se encontró que el Sistema tenía mayores efectos sobre los niños y jóvenes de las familias más vulnerables, pero que estos estaban sub-representados en el programa.
La incredulidad se hizo presente en centenares de seguidores de esta iniciativa, que expresaron su inconformidad a través de las redes. La crítica más común se refería a la imposibilidad de asignar un valor o impacto al arte, cuestionando el valor del estudio. Es natural que los resultados hayan levantado algunos callos, pero lo cierto es que el feedback que recibió el Sistema a través de una evaluación de impacto es una de las mejores cosas que le ha pasado al programa en tiempos recientes. Si se utiliza de manera estratégica, esta valiosa información le permitirá a sus directivos adentrarse en una reflexión sobre el verdadero valor del programa y cómo sus beneficios se podrían impulsar aún más.
El feedback es, al mismo tiempo, una de las cosas más incómodas y más útiles que puede recibir una persona, porque permite identificar fallas y debilidades para luego invitarnos a pensar en cómo mejorarlas. Gates, Elon Musk y Winston Churchill son solo tres ejemplos de grandes líderes y gerentes que han hecho de recibir feedback una de las claves de su éxito.
Para las políticas públicas este feedback es aún más importante por la gran cantidad de vidas que pueden afectar, y porque tanto el financiamiento como los costos y beneficios son sociales. Para los ciudadanos tener este feedback forma parte de las medidas de transparencia y rendición de cuentas que piden de sus gobernantes, mientras que para los gobiernos se relaciona a conocer el impacto de su acción.
La evaluación de impacto que se llevó a cabo es probablemente el instrumento más poderoso que existe hoy para tener feedback sobre una política pública. Bien hecha, una evaluación de impacto se enfoca en las variables sobre las que busca incidir la política y logra establecer causalidad entre esta y sus resultados. En ese sentido, deben formar parte del menú de herramientas de todo gerente público que busque el bien común. Sin embargo, la evaluación de impacto también es una herramienta limitada porque no se puede aplicar en todos los casos, y porque no ayuda a determinar por quéuna política funciona o no. Por eso estas evaluaciones se deben complementar con otras de otro tipo, como aquellas de resultados, institucionales y cualitativas que ayudan a llenar esas lagunas.
Evidentemente para un servidor público hacer la evaluación de un programa, especialmente si sus resultados van a ser públicos, es un riesgo. El feedback que dan las evaluaciones puede ser bueno o malo y la reputación del programa, y hasta del mismo gobierno, se pueden ver afectadas. Esta es una visión que ha frenado a muchos servidores públicos de llevar a cabo evaluaciones pero entonces… ¿qué hacer?
Pareciera que la mejor estrategia es hacer del feedback algo ubicuo en la gestión pública. Mientras más evaluaciones se hagan, y éstas ocurran más temprano en la vida de las políticas públicas, su utilidad incrementará, porque permitirán corregir potenciales problemas tempranos, y los riesgos de hacer públicos esos problemas en el diseño disminuirán, porque no se habrá invertido tanto tiempo y esfuerzo.
"El Sistema" tiene ahora por delante la gran tarea de utilizar el feedback que recibió para reflexionar y tomar medidas para mejorar el programa a futuro. Seguramente, en unos años, podremos mirar atrás a la evaluación de impacto como un importante hito en historia del programa.