Educación post secundaria, una alternativa para los jóvenes latinoamericanos
Cerca de 20 millones de jóvenes latinoamericanos no estudian ni trabajan y el 35% de ellos han terminado la secundaria pero no han continuado sus estudios ni logrado insertarse laboralmente.
Aproximadamente 20 millones de jóvenes latinoamericanos no estudian ni trabajan y el 35% de ellos han terminado la secundaria pero no han continuado sus estudios ni logrado insertarse en el mercado laboral.
En este escenario, la educación técnica vocacional post secundaria es una herramienta que facilita la inserción en el mercado laboral a los jóvenes que no han continuado sus estudios ni consiguen un empleo acorde a sus expectativas, ya que ofrece una formación técnica especializada en corto tiempo.
A pesar de que numerosos gobiernos han apoyado este tipo de herramienta educativa, no se ha contado con la debida regulación ni planificación desde la política pública, hecho que ha generado debilidades en la calidad de la formación que se imparte, afectando el resultado final que se quiere alcanzar con este tipo de formación: facilitar la inserción laboral o la continuación de los estudios terciarios.
Este modelo educativo ofrece una alternativa para jóvenes de escasos recursos, ya que los centros de formación tienen una mayor representación geográfica -si los comparamos con las universidades-, tienen un menor costo -en muchos casos son gratuitos- y no son de larga duración.
¿Qué lecciones debe aprender la región?
A nivel internacional, los países OCDE muestran las mejores experiencias cuando hablamos de formación técnica post secundaria. De países como Suecia, Australia o Corea, se pueden extraer lecciones aplicables para América Latina, una región en la que es imperante la necesidad de implementar este tipo de alternativas de formación, en virtud de la desigualdad de ingreso y los niveles de inequidad social actuales.
Entre las lecciones más importantes, que identificamos en un documento producido por CAF y el Diálogo Interamericano, destacan las siguientes:
- Relacionamiento entre las empresas y los centros de formación. Una de las principales debilidades asociadas a la formación a nivel terciario es el divorcio que existe entre las necesidades del mercado laboral y las carreras o cursos que ofrece la formación técnica y terciaria. Una forma muy efectiva de reducir esta brecha es acercando ambos sectores de forma que pueda existir una coordinación entre las necesidades laborales y la oferta de egresados.
- Sistema nacional de calificaciones. Debe existir un mismo lenguaje cuando se habla de formación técnico vocacional, de forma que por una parte las empresas conozcan con mayor facilidad la preparación de los egresados dependiendo del curso desarrollado y, por otra, sea más sencilla la transición desde una formación técnica hacia estudios terciarios, permitiendo la convalidación de estos cursos y de los años de estudio del egresado.
- Calidad con base en competencias desarrolladas. Establecer metas educativas en función de las competencias que el joven adquirirá en cada curso, entendiendo que cada alumno tiene sus propias capacidades y tiempos de asimilación de la información, y no supeditar la medición de la calidad al tiempo que se pasa en las aulas de clase, puesto que no es garantía de que el egresado haya logrado ganar las competencias asociadas a la formación.
Adicionalmente, existen una serie de desafíos en América Latina que deben abordarse para aprovechar el capital humano existente. En primer lugar, es necesaria una regulación más rigurosa para garantizar la calidad. También es imprescindible propiciar una mejor articulación entre los diversos actores involucrados para acercar la oferta de egresados a la demanda laboral, así como para aportar una mayor efectividad al diseño de programas de formación técnica para incrementar su impacto.
Pero quizás el desafío más complejo es el referido al financiamiento por parte de los estudiantes de este tipo de formación, que no deja de ser un reto a nivel mundial pero resulta más complejo en Latinoamérica debido al contexto económico. En los casos en que la formación post secundaria no es gratuita, cubrir los costos puede convertirse en una barrera de entrada o un obstáculo para finalizar estos cursos. Esta brecha en el financiamiento tiene una gran incidencia en las altas tasas de abandono, en especial en los jóvenes más vulnerables que, paradójicamente, son quienes más necesitan este tipo de herramientas formativas para mejorar su probabilidad de inserción laboral.