PPP: la experiencia en América Latina y el desafío argentino
La mejora de las infraestructuras es vital para que Argentina reduzca los costos logísticos de operar en el país y tornar a la economía más competitiva.
Argentina se encuentra en un proceso de transición hacia una inserción internacional inteligente que le permita potenciar su crecimiento económico y generar nuevos empleos de calidad en los próximos años. Esta fase de inserción internacional pone de relieve un conjunto de retos y desafíos que se deben abordar para asegurar un mayor y más complejo nivel de intercambio comercial con el exterior.
En este contexto, el mejoramiento de la infraestructura se ha constituido en uno de los ejes centrales del gobierno del Presidente Macri para reducir los costos logísticos de operar en el país y tornar a la economía más competitiva.
El restablecimiento y la recuperación de la infraestructura implican un esfuerzo importante para incrementar de forma sostenida la proporción de recursos destinados a la inversión, lo cual resulta esencial para alcanzar un sendero de crecimiento estable en el mediano plazo. La CEPAL, al respecto, considera que los países de América Latina deberían invertir alrededor de 6,2% del PIB para satisfacer sus necesidades de infraestructura.
Los altos requerimientos de inversión necesarios para cerrar las brechas de infraestructura y un nuevo entorno donde el gobierno privilegia la búsqueda por restablecer los equilibrios macroeconómicos, han despertado el interés de los inversores privados, tanto a nivel internacional como local. En este marco, los esquemas de Participación Público-Privada (PPP) surgen como un mecanismo idóneo pero no exclusivo para llevar a cabo distintos proyectos de infraestructura.
La experiencia internacional de desarrollo bajo el esquema de PPP tuvo aplicaciones exitosas tanto en Europa como en otras regiones del mundo. En nuestro continente, podemos destacar lo realizado, a partir de los noventa, por Chile, México, Perú, Uruguay y Colombia en sectores clave como vialidad, energía, agua y saneamiento, entre otros, que representaron una de las mayores innovaciones en el sector en los últimos años y demostraron que efectivamente mejoran la calidad en la prestación de los servicios.
En este sentido, los mecanismos interinstitucionales de cooperación y los organismos financieros internacionales juegan un papel fundamental en el asesoramiento de los distintos actores y en la apertura de canales de financiación. La experiencia de CAF –banco de desarrollo de América Latina- en otros países le ha permitido obtener valiosas lecciones que pueden aplicarse en Argentina, reduciendo así los tiempos de aprendizaje e incrementando la eficiencia en los primeros años.
La experiencia uruguaya puso en evidencia la importancia de armonizar el marco regulatorio y el apoyo político a estas iniciativas, creando una unidad especializada como entidad asesora del Ejecutivo. Por su parte, una de las lecciones más importantes que dejó el caso colombiano fue la creación del fondo de deuda senior para infraestructura junto a otras entidades y la capitalización de la Financiera de Desarrollo Nacional, mediante los cuales se buscó facilitar la canalización de recursos de los inversionistas institucionales como los fondos de pensiones.
Los mencionados casos de éxito y el contexto argentino parecen ser el escenario ideal para avanzar mediante el esquema de PPP. CAF puede contribuir en su desarrollo tanto mediante financiamiento directo como viabilizando estructuras que amplíen la oferta de bancos comerciales dispuestos a participar (rol catalítico). Asimismo, la Institución cuenta con una amplia experiencia apoyando diversas licitaciones y colaborando en el entendimiento de las PPP en distintos países, tanto en lo que refiere al asesoramiento a oferentes como en la cooperación con los actores del sector financiero interesados.
La virtuosa coordinación entre el sector público y el sector privado, con la colaboración de las organizaciones multilaterales, brindará un espacio propicio para que Argentina siga avanzando en el cierre de la brecha de infraestructura, lo cual ineludiblemente repercutirá en la competitividad sistémica de la economía y la calidad de vida de sus habitantes.