América Latina navega el ciclo económico
Si bien la actividad en América Latina avanzaría a un mejor ritmo en los próximos meses, se prevé un crecimiento promedio por debajo del 2% para 2019.
La economía global viene debilitándose desde el cuarto trimestre de 2018. Datos recientes de comercio, producción industrial y encuestas empresariales sugieren que el menguado avance de la demanda global no se ha revertido en lo que va de 2019. Sin embargo, la introducción de estímulos monetarios en China y la pausa en el ciclo de normalización monetaria en Estados Unidos y Europa deberían contener el repliegue de la demanda registrado en estas economías a partir del segundo trimestre del año. Esto relajaría, además, las condiciones financieras en los mercados de capital, facilitando los flujos hacia los mercados emergentes.
El panorama para el 2019 estará marcado por la ralentización global, pero no alcanzará la recesión. No obstante, riesgos como el recrudecimiento de las tensiones comerciales entre las principales economías del planeta, una limitada efectividad de los estímulos monetarios o una reversión del apetito por el riesgo ante temores sobre un deterioro en las condiciones de los emergentes, sesgan a la baja el balance de riesgos.
Por su integración al comercio y a los flujos financieros globales, América Latina no permanece ajena a estas tendencias. Datos preliminares del primer trimestre indican un magro desempeño en las economías de mayor peso en la región. En primer lugar, el debilitamiento del comercio global resta vigor al impulso de la demanda externa sobre el crecimiento. En segundo lugar, el endurecimiento de las condiciones financieras globales hasta finales de 2018 encareció el costo del financiamiento y mermó los flujos de portafolio hacia la región.
En paralelo del entorno externo, factores idiosincráticos incidieron sobre el desempeño de la demanda interna de las principales economías de la región. Tanto en México como en Brasil, la incertidumbre en torno al estatus o avance de algunas reformas estructurales (energía en México y pensiones en Brasil), contuvieron a la inversión. En Argentina aparecen señales de cierta estabilización en la actividad, que podrían indicar que la recesión toca fondo. No obstante, el ruido electoral imprime volatilidad al mercado cambiario que impide el retroceso de la inflación, pesando sobre el consumo. Finalmente, la necesidad de avanzar en procesos de consolidación para recuperar o garantizar la sostenibilidad de la política fiscal contiene el impulso de la demanda interna, principalmente en Brasil, Argentina y Ecuador, y, en menor grado, en Uruguay y Colombia.
A partir de los próximos meses, sin embargo, la pausa monetaria en Estados Unidos abriría espacio para mantener posturas monetarias algo más holgadas para estimular la actividad. Asimismo, el alza de los precios de la energía por factores de oferta en el primer trimestre ha arrastrado el precio de otras materias primas, lo cual daría algo de soporte a los exportadores netos de estos bienes.
Si bien la actividad en América Latina avanzaría a un mejor ritmo en los próximos meses, se prevé un crecimiento promedio por debajo del 2% para 2019, con perspectivas más positivas en 2020, en la medida en que la desaceleración global toque fondo y se disipen las incertidumbres domésticas.