El Paseo del Bajo y su impacto en la vida de Buenos Aires
La renovación del Paseo del Bajo puede dar el empujón que Buenos Aires necesita para maximizar el impacto de la actividad comercial, facilitar la movilidad urbana y potenciar la productividad.
Este artículo también se publicó en Clarín
Desde el S.XVIII, las orillas del Río de la Plata fueron protagonistas de una creciente actividad de intercambio comercial y cultural, donde Buenos Aires, como capital del Virreinato, concentraba gran parte de la actividad, y por donde pasaba un alto porcentaje de las exportaciones de las colonias sudamericanas a España. Como consecuencia, la ciudad fue transformando su aspecto y dinámica, a medida que experimentaba un crecimiento extraordinario, sufriendo procesos de urbanización intensos y en algunos casos desorganizados.
Esto generó que se solaparan áreas de ocio y viviendas con estaciones de transporte público de larga distancia, o que el transporte de carga -que llegó a representar hasta el 40% del tráfico vehicular- y el privado compartieran las mismas avenidas y calles. El impacto de estos desajustes ha sido evidente: congestión vehicular, contaminación ambiental, ineficiencia en los costos de transporte o infraestructuras disfuncionales.
Frente a este panorama surge el proyecto de renovación del Paseo del Bajo, una obra que costó USD 650 millones -400 de ellos aportados por CAF-, y que llegó para aportar una solución estructural a muchos de estos problemas y dar el empujón que Buenos Aires necesita para maximizar el impacto de la actividad comercial, facilitar la movilidad urbana y potenciar la productividad.
La renovación del Paseo del Bajo pretende, en primer lugar, conectar Puerto Madero y el Microcentro, físicamente separados por pocas cuadras pero en realidad desvinculados por la falta de una infraestructura de transporte adecuada. Para lograrlo se planteó un corredor vial de 7,1 kilómetros que conectará las autopistas Illia y Buenos Aires-La Plata, y que permitirá la separación modal del transporte liviano y el de carga, favoreciendo la disminución de costos logísticos asociados al comercio exterior e interior, emisiones de gases y generación de ruido.
El Paseo del Bajo cuenta con cuatro carriles exclusivos para camiones y micros de larga distancia y 8 carriles para vehículos livianos, lo cual reducirá los tiempos de desplazamiento de más de 100 mil vehículos al día. Además, cuenta con servicios de última tecnología, como la incorporación del sistema “autopistas sin barreras”, que incorpora el cobro electrónico de peaje mediante la lectura de patentes sin necesidad de detener la marcha, lo cual contribuye a la reducción de polución y ahorro de combustible.
Los beneficios también implicarán una transformación urbana, al sumar ambientes más limpios, eficientes y seguros y ampliar la movilidad de peatones y ciclistas mediante la incorporación de bicisendas y puentes. Se recuperará una superficie de 60.000 m² para uso público y se incorporará un nuevo pulmón verde en la Ciudad, donde los porteños podrán realizar actividades de ocio y esparcimiento. Asimismo tendrá un impacto directo sobre la economía de la ciudad, reduciendo los costos del transporte y mejorando la competitividad de las empresas, generando impactos directos positivos sobre la productividad urbana.
Esta obra tiene especial relevancia para CAF, por ser representativa del tipo de intervenciones integrales para el desarrollo, que la institución promueve en ámbitos urbanos en toda la región, a través de su programa de Ciudades con Futuro.
En su compromiso con el desarrollo de Argentina, CAF aprobó aproximadamente USD 4.700 millones para el país en los últimos cinco años (2014-2018), mediante proyectos de infraestructura, integración, productividad e inclusión social.