La metamorfosis de la política industrial
Las políticas industriales se encuentra entre las áreas más significativas, y también entre las más controvertidas, de la política económica.
Las políticas industriales se encuentran entre las áreas más significativas, y también entre las más controvertidas, de la política económica. Y no faltan razones para ello, incluyendo la evidencia de que pueden socavar la libre competencia y el libre comercio, contribuir a proteger a grupos de interés y fomentar la concentración de rentas. Los gobiernos de países de diferentes niveles de desarrollo y orientación ideológica han justificado el uso de políticas industriales –algunas de ellas controvertidas- como forma de apoyar a sectores y empresas domésticas, incluyendo la generación de empleo e ingresos, el desarrollo tecnológico y la seguridad nacional.
Los defensores de las políticas industriales, especialmente en los países más avanzados, serían pragmáticos al incorporar las recientes transformaciones económicas en sus agendas de trabajo. Considere el apoyo a empresas multinacionales y la priorización de sectores con rentas monopólicas en el comercio internacional. Ejemplos notables fueron la promoción de las industrias aeroespacial, automovilística y farmacéutica. La agenda siguió adaptándose e incorporó temas de interés en las cadenas de valor globales y temas estratégicos para empresas multinacionales, tales como las operaciones globales unificadas y las fusiones y adquisiciones, lo que ayudó a estimular un proceso de concentración de mercados internacionales sin precedentes.
Pero las políticas industriales atravesarían nuevas olas de cambio con el creciente protagonismo de los servicios de valor agregado, algo que alteró para siempre el eje de esas políticas. El enfoque original en la producción de bienes tangibles, la política industrial daría prioridad a los bienes intangibles; y del enfoque original en las líneas de producción de bienes, la política pasó a priorizar el desarrollo, gestión y distribución de servicios. Temas como patentes, licencias, servicios digitales, servicios profesionales y financieros, convergencia y liberalización de servicios, contratación pública, entre otros, llamaron la atención de los defensores de la política industrial.
Las políticas industriales experimentaron cambios aún más dramáticos con la aparición de plataformas digitales y de las grandes empresas de tecnología, que se convirtieron en objeto de deseo de los defensores de esas políticas. El rápido y creciente poder y concentración de los mercados digitales y la disputa entre unas pocas empresas grandes por el dominio condujo a conflictos internacionales tensos de políticas industriales. Los temas sobre datos privados se combinarían con las denuncias de abuso de dominio del mercado y con las maniobras de las empresas para evadir los impuestos y escapar de las jurisdicciones nacionales, hecho que abrió otro frente de tensiones. Pero el apoyo a las grandes empresas de tecnología no fue el punto culminante de las políticas industriales contemporáneas.
De hecho, el estímulo y apoyo al desarrollo, la difusión y adopción de certificaciones, los protocolos y estándares técnicos y regulatorios manejados por entidades privadas son, probablemente, las políticas públicas más efectivas para defender los intereses empresariales. Después de todo, estos patrones son monopolios, demarcan el campo de juego y prácticamente determinan la participación de empresas e incluso países en mercados globales. Se trata de sistemas operativos y de telecomunicaciones, protocolos técnicos para la producción y operación de robots y máquinas, protocolos de producción industrial y de comercio electrónico, de sistemas de pago, estándares y protocolos técnicos para el transporte, comercialización de bienes y servicios, protocolos financieros y de mercado de capitales, protocolos evaluación de empresas y bancos, de normas fitosanitarias, entre otros.
De esta manera, las políticas industriales atravesaron profundas metamorfosis y fueron mucho más allá de las medidas proteccionistas y mercantilistas convencionales. Pero a pesar de la sofisticación de las nuevas agendas, sus objetivos finales serían básicamente los mismos que en el pasado, aunque ahora con repercusiones mucho más fuertes en la competencia y en el libre comercio, la defensa de intereses sectoriales y la distribución del ingreso. No sería una exageración concluir que, en sus variadas nomenclaturas y manifestaciones, las políticas industriales contemporáneas son las políticas económicas más influyentes del inicio del siglo XXI.
El camino a seguir requerirá la colaboración entre los sectores público y privado para la identificación, planificación, diseño e implementación de políticas que promuevan actividades que aceleran el crecimiento sostenido #Productividad¿Y qué pasa en América Latina? Las políticas industriales de protección del mercado han sido ampliamente empleadas en las últimas décadas, pero su contribución a la región es controvertida. Teniendo en cuenta nuestro rezago en el desarrollo el contexto de fuerte activismo internacional de las políticas industriales, debe reconocerse que las políticas horizontales, como las basadas en infraestructuras, no serán suficiente para superar los retos del futuro. El camino a seguir requerirá la colaboración entre los sectores público y privado para la identificación, planificación, diseño e implementación de políticas que promuevan actividades que aceleran el crecimiento sostenido y la competitividad internacional dentro de un marco de transparencia y gobernanza.
Un camino prometedor es explorar el inmenso potencial para agregar valor e internacionalizar los sectores en los que la región ya tienen ventajas comparativas reconocidas y experimentados empresarios, instituciones especializadas y conocimiento acumulado. Estos sectores incluyen segmentos de agronegocios, agua, bioeconomía, silvicultura, minería y segmentos de industrias y servicios. Para avanzar, será necesario centrarse en el desarrollo de capacidades, el desarrollo científico y tecnológico, asociaciones comerciales, alianzas estratégicas y la producción, gestión y distribución de servicios avanzados asociados a esos sectores. El potencial de las ganancias con el aumento de la productividad de las pequeñas y medianas empresas y con la integración del mercado regional también debería ser parte de una hoja de ruta que nos lleve a un lugar mejor en la economía global.