Exceso y carencia de agua: caras del cambio climático que demandan previsión y capacidad de respuesta
El pasado 2 de octubre se celebró en Madrid la V edición de los Diálogos del Agua, con participación de personalidades del ámbito sectorial de América Latina y de España, en un evento que organiza anualmente CAF y que se ha constituido como un referente para la reflexión en política pública del agua de Iberoamérica. El evento trató este año sobre agua y resiliencia ante el cambio climático, con dos paneles de alto nivel, uno para tratar el tema de las inundaciones y otro para el tema de sequías.
Las inundaciones son cada vez más frecuentes en el mundo, que además arremeten con mayor intensidad y en tiempos más cortos, capaces de generar desastres inconmensurables que desafían la planificación y la capacidad de la infraestructura hidráulica para absorber dichas crecidas. Inclusive los países desarrollados padecen consecuencias, como las sufridas precisamente en el levante español semanas antes del evento de los Diálogos del Agua, con cuantiosos daños en viviendas, vehículos, vías y servicios públicos, por el fenómeno denominado gota fría. Por su parte, en América Latina las inundaciones son igualmente intensas y muy dañinas, y se tienen en promedio 27 eventos críticos por año, que afectan además a los más pobres, que son los más vulnerables y son los que viven cerca de las riberas de ríos y arroyos, en cañadas inestables o en zonas con riesgos de deslizamiento de tierras por saturación de agua en los suelos.
Las sequías por su parte son un enemigo menos visible hasta que puede ser tarde; se presenta con la falta ostensible de precipitaciones durante semanas o meses, cuyo daño afecta más en las zonas áridas y semiáridas, y América Latina, pese a ser el continente de las aguas, tiene vastas zonas áridas. Sólo como ejemplo, están las extensas zonas altiplánicas de Bolivia, Perú y Ecuador, el norte chileno y argentino, el centro de México, y zonas de diversos países centroamericanos. Las sequías afectan tanto a las zonas urbanas como rurales, con claros casos documentados en los últimos cinco años en los que los sistemas de abastecimiento de agua superficiales (presas y otros) se quedaron en condiciones críticas en varias ciudades, obligando a racionamientos en el consumo de agua urbano; además las sequías que han generado pérdidas considerables en cosechas agrícolas y pérdida de ganado en la región.
¿Cómo avanzar en la previsión, en la alerta y en la reducción de daños cuando se dan estos fenómenos?
Precisamente, como parte del programa de la V edición de los Diálogos del Agua, se visitó el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de España, que se encuentra descentralizado en la mayoría de las Confederaciones Hidrográficas. El SAIH efectúa el monitoreo a tiempo real del caudal de los ríos, el nivel de los mismos y en todo su recorrido por el territorio español, que además se coteja con el nivel y volumen en los embalses existentes. Este registro permite no sólo evaluar los caudales que se presentan por encima de los flujos ordinarios, sino también aprovechar esta información para la modelación y el pronóstico de crecidas significativas, que posibilite activar el Sistema de Alerta Temprana según el nivel de riesgo, y así salvar vidas y salvaguardar bienes preciados también. América Latina y el Caribe pueden aspirar a contar con sistemas hidrometeorológicos modernos, confiables y oportunos, en cantidad y calidad de la información. La inversión en dichos sistemas es y será mucho menor que el costo de reparación o renovación de los daños generados.
También se visitó la Unidad Militar de Emergencias de España (UME), conformado por cuerpos de élite militares que son entrenados para combatir, en este caso, incendios, inundaciones y demás desastres, incluso los que sean causados por actividad humana. La Unidad cuenta con 3.400 soldados con capacidad para reaccionar y estar en el lugar de los hechos en pocas horas, están certificados como equipo de búsqueda y rescate urbano (USAR) ante las Naciones Unidas y cuentan con equipamiento para diversas actividades: vehículos con comunicación satelital, camiones de transporte de maquinaria y equipo pesado, lanchas y otros, incluido autobombas para el achique o desalojo de aguas estancadas en puntos concentrados o anegados, vital para reducir la inundación en algún punto crítico. Una encomiable tarea de la UME, que ha decidido apoyar, en tiempos de paz, al prójimo, al vulnerable, al débil, y además contribuir a preservar bienes públicos y naturales, que son patrimonio de la humanidad. Por ello, la UME está presta al apoyo inclusive fuera de sus fronteras, como su voluntad de coadyuvar para controlar los incendios forestales que han afectado en pasados meses a varios países de Sudamérica.
La previsión, munida de registros y datos confiables, es una acción impostergable a la que todos los países de América Latina deberían apostar; de igual forma, contar con grupos entrenados como la UME es una medida posible de emular, contando además con la apertura y voluntad de ésta para capacitar instituciones. En ambos cometidos, CAF puede apoyar a concretarlos en los países interesados, y de esta manera contribuir al desarrollo sostenible que nuestra América Latina y el Caribe aspira y se merece.