Hacia un sector privado con impacto en América Latina
La globalización ha establecido un nuevo esquema de interconexión entre el sector privado y cadenas de valor globales que, hasta hace poco, no era prioritario: La generación de modelos de negocio con impacto es en la actualidad una tendencia que las empresas en América Latina están acogiendo.
Se conoce como economía con impacto a las conductas responsables y sostenibles de las empresas que, a su vez, brindan beneficios sociales, ambientales y económicos en el entorno en el cual operan. Históricamente, dichas conductas han estado presentes, sin embargo, no estaban integradas con el corebusiness de las empresas. Si bien los modelos de negocio con impacto eran vistos inicialmente como una estrategia de responsabilidad social empresarial, y como una forma de mitigación de riesgos corporativos, en la actualidad se percibe como una oportunidad de negocio y una plataforma para ser buenos ciudadanos corporativos.
Muchas de las corporaciones que han optado por operar bajo esquemas de impacto, tienen la premisa de que una empresa responsable se transforma en una empresa competitiva. Este compromiso ha requerido del apoyo de actores del sector público para diseñar políticas públicas que acompañen y aseguren una ejecución efectiva de políticas de gestión con impacto. Es así como acciones que previamente eran de cumplimiento voluntario (mínimo de condiciones ambientales, impacto comunitario, entre otros), en la actualidad están reguladas y son de obligatorio cumplimiento por parte de los agentes del sector privado.
El actuar del sector privado entorno a políticas con impacto ha visto aumentar sus oportunidades e influencia. Los consumidores están más activos en la búsqueda de productos que sean social y ambientalmente responsables, razón por la cual muchas empresas están comenzando a dar más relevancia a factores de largo plazo de la producción sustentable, más allá de los costos.
El creciente reconocimiento de problemas compartidos que impactan en el medio ambiente y en las relaciones comunitarias han resultado en enfoques novedosos adoptados por las empresas. Prácticas tales como: contratar y desarrollar talento local, permitir la inserción en cadenas de valor globales de microemprendimientos, traspaso de mejores prácticas a productores, migración a procesos de producción más amigables con el medio ambiente están comenzando a ser implementados por las empresas en América Latina.
Organismos internacionales han liderado campañas y programas que buscan una mayor vinculación entre el sector privado y su entorno social y ambiental. Iniciativas como He for She de ONU Mujeres y los Principios de Conductas Empresariales Responsables de la OECD son ejemplos de estos casos.
Este vuelco a inversiones con impacto ha hecho que entidades multilaterales, dentro de las cuales se encuentra CAF, prioricen proyectos según sus impactos sociales y medioambientales. En abril de 2019, CAF, en conjunto con 60 otras entidades, se adhirió a los Principios de Inversión con Impacto, los cuales buscan generar mayor transparencia, credibilidad y disciplina al mercado de inversión con impacto.
Por su condición de banco de desarrollo, CAF incorpora la economía de impacto en todo su accionar. En el año 2004, aprobó recursos para una inversión patrimonial de $1 millón en el Fideicomiso de Agroinversiones de la empresa Pronaca*. Dado que en Ecuador existen cerca de 5 mil pequeños y medianos agricultores del maíz, muchos de los cuales carecen de acceso al financiamiento, la empresa Pronaca (principal cliente de la producción local de maíz) constituyó un fideicomiso para ofrecer facilidades de crédito para que los productores iniciaran sus ciclos de cultivo y posteriormente pagaran con la cosecha. Además de acceso a financiamiento para el capital de trabajo, el paquete de apoyo incluyó asistencia técnica y compra de cultivo. Hasta el cierre de 2016, la productividad de los agricultores beneficiarios del programa se triplicó desde el inicio del mismo, debido a la combinación de disponibilidad de mejores insumos, semillas certificadas y financiamiento oportuno. El Fideicomiso Agroinversiones es un buen ejemplo de cómo el sector privado puede generar cadenas de valor ancladas en mecanismos sostenibles que favorezcan el desarrollo de sus proveedores.
El sector privado encuentra cada vez más beneficios competitivos al adoptar un rol más activo y colaborador en el desarrollo. Es importante que los mismos puedan ser asegurados y acompañadas por el sector público, por medio de arreglos instituciones y políticas públicas que garanticen la sostenibilidad del compromiso privado.