Pandemia y cadenas de valor globales
El estallido de la pandemia a inicios del 2020 en China y la consecuente interrupción de las cadenas de suministro en los primeros meses de ese año generó preocupación en todo el mundo. Surgieron temas como los riesgos de una concentración excesiva de la producción y la dependencia de equipos médicos y hospitalarios, medicamentos y otros bienes fabricados en China, la interdependencia excesiva de la producción industrial y la transmisión de las conmociones económicas de la pandemia a la economía mundial a través del comercio.
Los gobiernos respondieron a las dificultades de importar productos sanitarios y enmarcaron el tema como una cuestión de seguridad sanitaria, en la línea de la seguridad alimentaria, y comenzaron a defender la diversificación de las cadenas de suministro y la producción local de esos y otros bienes y servicios. Algunos países han ido aún más lejos y han adoptado disposiciones para poder interferir con la inversión y el comercio extranjeros y han adoptado medidas para recuperar sus empresas multinacionales que operan en China. Al margen de esto, las agendas de política industrial han revivido.
Esas preocupaciones han generado intensos debates sobre el destino de las cadenas de valor globales (CGV). Se plantean preguntas sobre si las reacciones gubernamentales pondrán fin a la globalización de la producción y si las multinacionales abandonarán efectivamente China. Cualesquiera que sean las respuestas, la sensación predominante es que las GVC habría ido demasiado lejos y mostrado sus límites y que, ahora, deberían transformarse.
Pero la evidencia muestra que las CGV han atravesado un proceso de transformación desde mucho antes de la pandemia, hacia la regionalización. Las razones de esto incluyen la creciente importancia de los servicios en valor agregado, como I + D, distribución y marcas; la popularización y el uso generalizado de tecnologías que ahorran trabajo, como los robots y la inteligencia artificial; la importancia creciente de personalizar la producción y regionalizar las estrategias de ventas y marketing; la creciente preocupación por la huella de carbono; las lecciones del terremoto de 2011 en Japón para las cadenas de suministro; y el aumento de la participación de los intangibles en las canastas de consumo. Por lo tanto, la transformación de las CGV estaría asociada a cambios tecnológicos y estrategias empresariales.
En este sentido, ¿deberíamos esperar una caída en las CGV y su fuerte presencia en China? Excepto por el equipamiento médico-hospitalario y otros elementos políticamente sensibles, hay razones para esperar que poco cambie en el corto plazo más allá del proceso que ya está en marcha. Y hay muchas razones para ello.
China es vista por las multinacionales como un lugar muy atractivo para desarrollar, producir y distribuir al mundo entero. Cabe recordar que entre los principales determinantes de la ubicación de importantes actividades de la cadena de valor se encuentran las redes de colaboración y relación, la logística y la diversidad de proveedores, factores que abundan en ese país. Cambiar la geografía de las plantas industriales, los centros de distribución y los laboratorios de investigación sería un ejercicio costoso y que consumiría mucho tiempo, especialmente en la difícil situación empresarial actual.
Además del tema de la eficiencia, la presencia de empresas multinacionales en China se justifica, y cada vez más, por el tamaño de los mercados chino y asiático, que se están convirtiendo en el eje de la economía global.
Finalmente, aunque China ya está desarrollando tecnologías avanzadas, marcas e incluso liderando importantes CGV, el país aún necesita la presencia de multinacionales e inversiones extranjeras en varias áreas, lo que sugiere que el gobierno debe continuar con las políticas recientes de liberalización de mercados específicos. fomentando así nuevas inversiones.
Este conjunto de razones ayuda a explicar por qué China se ha convertido en el principal destino de la inversión extranjera directa a nivel mundial y la reciente conclusión del ambicioso acuerdo de inversión China-Unión Europea (CAI).
Por otro lado, la politización de temas de comercio, inversiones y flujos de recursos y datos puede influir en los destinos de la CGV. Hay muchas medidas en esta dirección, que incluyen acciones proteccionistas; medidas que comprometen los contratos comerciales ya celebrados; sanciones y bloqueos de activos de las empresas; limitaciones a los pagos y transferencias; leyes que interfieren con fusiones y adquisiciones; medidas que amenacen el libre funcionamiento y la integridad de Internet. Las implicaciones de estas acciones para las CGV son inequívocas y, entre ellas, se encuentran la reducción de la seguridad jurídica, el aumento de los costos de producción y el aumento de los precios al consumidor.
Cuál de los dos conjuntos de factores prevalecerá en los destinos de las CGV: ¿sesgo comercial o sesgo político? Hay indicios a favor de ambos, pero sería razonable esperar que las empresas reciban más atención.
De todo esto, una cosa es cierta: para América Latina, que, en general, participa en las CGV a través de la producción y exportación de commodities e importa una parte importante de los bienes manufacturados e insumos que necesita, estos obstáculos afectarán a sus exportaciones. Por lo tanto, es necesario contemplar la elevación de los precios de las importaciones para satisfacer sus intereses, con posibles impactos en el crecimiento, la productividad, la competitividad, el bienestar, el empleo y la pobreza.