Colaboración entre pymes para sobrevivir a una pandemia
La colaboración entre grupos de empresas para incrementar su productividad y competitividad ha sido determinante para la supervivencia de muchas pymes en tiempos de pandemia. Clusters y encadenamientos productivos han amortiguado (en algunos sectores más que en otros) los impactos de la COVID-19 en la economía y en el tejido empresarial latinoamericano. De hecho, en la región existen experiencias positivas en este sentido, como la cadena de valor de cacao fino de aroma de Ecuador o el Clúster Minero del Sur del Perú.
De estos casos podemos extraer algunas enseñanzas para que las pymes saquen el máximo provecho de los espacios de integración. Uno de ellos es la necesidad de diversificar los mercados.
Una de las características de los espacios de integración productiva es que permiten ampliar el relacionamiento comercial con diversas empresas ancla y sus respectivas cadenas regionales o globales de comercialización, hecho que minimiza los riesgos asociados a operar en un solo sector.
La capacidad de innovar ha sido también un factor determinante. Debido a que las iniciativas colaborativas entre empresas favorecen la transferencia de conocimiento de grandes a pequeñas, y pueden facilitar estrategias como convocatorias de innovación abierta para resolver desafíos compartidos en el sector, las pymes que estaban más preparadas para innovar han tenido más opciones de subsistir y aprovechar la crisis.
Otro de los aprendizajes de la pandemia está relacionado con la mejora de la calidad y eficiencia operativa. Las pymes que han entrado en circuitos de transferencia de conocimiento, experiencia y mejores prácticas, incluyendo la integración de nuevos proveedores a la cadena, han logrado mejores resultados. Los incrementos en la calidad y productividad que se derivan de estos espacios colaborativos redundan en el reconocimiento por parte de los mercados globales, y por tanto, en el crecimiento del negocio para todas las empresas involucradas, especialmente de las pymes.
Pero acceder a modelos tipo clúster o encadenamientos productivos no es algo sencillo, especialmente dados ciertos rasgos culturales de las pymes de la región, caracterizadas por sus bajas tasas de crecimiento y generación de empleo de calidad. La situación de la mayoría de las pymes dista mucho de ser óptima. En líneas generales, necesitan mejorar la comunicación en todos los eslabones de la cadena, especialmente hacia los consumidores, para elevar la valoración de las iniciativas integradoras de valor, y que este valor se exprese en un incremento de la demanda.
También necesitan fortalecer las estrategias de largo plazo de los espacios de integración para garantizar la continuidad de las iniciativas, aun cuando cambien los liderazgos de las asociaciones y entidades relacionadas.
Otro aspecto importante tiene que ver con fomentar una cultura colaborativa y participativa de todas las empresas en las diferentes iniciativas compartidas, principalmente de entidades ajenas a la actividad empresarial, como las universidades y centros tecnológicos en su función de investigación y desarrollo. Encontrar los espacios de coincidencia entre los desafíos de las empresas es algo que puede beneficiarlas en el corto, medio y largo plazo.
Para acometer exitosamente estos retos es preciso desarrollar capacidades y poner en práctica algunas herramientas de gestión, y esto pasa necesariamente por que las empresas analicen las oportunidades que se le presentan en el marco de los potenciales espacios de integración, y hagan el ejercicio de trazar una hoja de ruta que les permita participar activamente en dichos espacios.
Para apoyar este proceso y ayudar a que las pymes comprendan mejor los beneficios de integrarse en cadenas de valor, desde CAF hemos ofrecido líneas de crédito y opciones de capacitación, como el MOOC Cadenas productivas y clústeres: ¿cómo se beneficia mi pyme de la integración productiva?, que ofrece una visión amplia de diferentes modalidades de integración, capitalizando sus factores críticos de éxito en modelos de negocio escalables, robustos y de liderazgo integrador para mercados actuales y futuros.
Para que las pymes logren superar su bajo crecimiento y su baja capacidad de innovación será imprescindible que integren conceptos clave sobre orientación productiva, aprendan de ejemplos de buenas prácticas, tanto en América Latina como a nivel global, y que conozcan los modelos para desarrollar una gobernanza eficiente y sostenible para los espacios de integración productiva.
En la medida en que las pymes desarrollen estas capacidades para participar activamente en espacios de integración, tendrán la capacidad de desempeñar un rol cada vez más determinante en el desarrollo económico y social de los países de la región, cerrando brechas de productividad y haciendo evidente su potencial para generar empleo y crear valor.