Desarrollar habilidades para la digitalización: hacia dónde avanzar en América Latina
A más de un año del inicio de la pandemia del COVID-19, asistimos hoy a un sinnúmero de transformaciones en todos los ámbitos de nuestras sociedades. El colapso de los sistemas de salud, los cierres prolongados de las escuelas y el distanciamiento físico como pauta de comportamiento, han modificado sustancialmente los paradigmas que guiaban no sólo la prestación de los servicios sociales básicos, sino también las dinámicas del comercio y la producción.
Hay al menos un elemento en común en estas transformaciones: el uso de las tecnologías digitales que han servido como mediadoras, puente y soporte de muchos de estos procesos, permitiendo por ejemplo, que se diera continuidad al abastecimiento de bienes, a la educación asistida por tecnología, y acelerando la digitalización de los servicios del Estado.
La importancia de las tecnologías digitales no es un tema nuevo, máxime si se tiene en cuenta que hace ya varios años venimos experimentando lo que se denomina la Cuarta Revolución Industrial, con desarrollos acelerados en áreas como la inteligencia artificial, el big data o la robótica, con las que las fronteras entre lo digital y lo físico ya no parecen suponer una barrera a las actividades humanas.
Pero ¿están los trabajadores de América Latina preparados para transitar adecuadamente estas transformaciones, y que nuestros países puedan consolidar sus procesos de digitalización? La respuesta a esta pregunta sería que aún tenemos un camino importante por recorrer.
De acuerdo con el Índice CAF de Digitalización (2019) la región se sitúa 21 puntos por debajo del promedio de los países de la OCDE en cuanto a su capital humano y fuerza de trabajo para atender este reto. Entre los indicadores que suman a este resultado están, por ejemplo, los bajos desempeños en las pruebas internacionales PISA (2018), que muestran que cerca de la mitad de los jóvenes no cuentan con las competencias básicas esperadas para su edad, así como el hecho de que apenas la mitad de estos jóvenes continúan sus estudios después de la secundaria, y que de estos los graduados en carreras STEM sean un 40% menos que sus correspondientes en países de la OCDE.
Esto demuestra que para enfrentar los retos que nos impone la Cuarta Revolución Industrial, y los nuevos acrecentados que nos deja la pandemia, los países de América Latina deben aumentar de forma acelerada la calidad de la fuerza de trabajo, propiciando el desarrollo de las habilidades que jóvenes y trabajadores requieren en cada etapa de su vida, para hacer frente a unos entornos laborales cambiantes y altamente digitalizados.
Para ello, es fundamental ampliar los esfuerzos orientados a medir los impactos que estas transformaciones tienen en el mercado laboral y su efecto en las habilidades demandadas en los empleos actuales, así como en las nuevas ocupaciones, y promover a partir allí más y mejores estrategias de formación y capacitación.
Del análisis realizado en este informe elaborado por CAF, el cual sintetiza los esfuerzos realizados por Alemania, Brasil, Chile, Francia y Noruega, se derivan recomendaciones que pueden apoyar a los países de la región en esfuerzos similares en estos dos ámbitos. También se identifican buenas prácticas en relación con los mecanismos de certificación y estandarización de ocupaciones digitales; coordinación intersectorial, interinstitucional y entre sector educativo y productivo; y transición de graduados al sector productivo.
Dentro de las principales recomendaciones de acción están, por ejemplo, el situar el desarrollo de habilidades digitales como un objetivo común a todos los niveles educativos, desde la educación primaria hasta la capacitación vocacional; fijar acuerdos sobre las competencias básicas, sociales y cognitivas, así como de las competencias necesarias para trabajos y ocupaciones por sectores específicos del sector digital; y mejorar las vías de transición del sistema educativo al productivo con programas de “reskilling”, promoción de carreras STEM, y plataformas de vinculación de oferta y demanda, entre otros.
Sin duda el reto para la región es enorme, así como lo son también los beneficios que el crecimiento de la economía digital y la innovación digital pueden tener en el desarrollo económico y social de los países, en la disminución de la desigualdad y el desarrollo de trayectorias educativas exitosas para todos los jóvenes y trabajadores latinoamericanos.