Recuperar la normalidad, ¿Más que una esperanza?
La pandemia nos tiene en una especie de estado de suspensión. Nuestra manera de vivir, trabajar e interactuar con las personas ha cambiado, estamos reajustando nuestra vida para entrar en lo que los expertos llaman “una nueva normalidad” que aún no la comprendemos del todo y estamos tratando de definirla de la mejor manera posible. La “nueva normalidad” es, o debería ser, un tiempo en el que las personas aplican una serie de medidas, fundamentalmente sanitarias, para evitar contagiarse o contagiar, mientras se realizan algunas actividades diarias, particularmente las esenciales. Por lo tanto, esta nueva normalidad es, lamentablemente, restrictiva.
La pregunta que surge es: ¿Cuándo saldremos de esta sensación de excepcionalidad y volveremos a vivir de una manera que consideremos “normal” ?, ¿Estamos cerca o lejos de que esto ocurra?
Aun no se avizora un momento más o menos cierto que nos señale una vuelta a una normalidad similar a como la vivíamos antes. Sin embargo, existen dos condiciones centrales que deberían cumplirse para que esto ocurra y –ojalá- en un corto plazo.
En primer lugar, vacunar a un gran porcentaje de la población mundial parece una condición claramente necesaria para reducir el número de infectados y de muertes por COVID-19 y eventualmente detener la pandemia, pero al paso que vamos ¿se podrá alcanzar una cobertura efectiva y suficientemente amplia? La disponibilidad, distribución y toda la logística implicada en la aplicación de la vacuna se han convertido en un verdadero dolor de cabeza.
A estos puntos, ya de por sí complicados, se suman otros que podrían tener un impacto importante sobre el logro de coberturas adecuadas y ocasionar la presencia de “bolsones” de grupos poblacionales no vacunados que se vuelven invisibles frente a las estadísticas nacionales y que podrían poner en “jaque” a los esfuerzos para el control de la pandemia mediante la vacunación. Estos “otros” factores son: la corrupción, la improvisación, la apatía/desinformación y los movimientos antivacunas.
Por otra parte, el tiempo juega en contra. Mientras exista mayor circulación del virus, a nivel comunitario y durante más tiempo, las posibilidades de la aparición de nuevas variantes e incluso cepas, que evadan la respuesta inmunológica producida por la vacuna y que puedan ser más virulentas, son considerablemente mayores.
La velocidad de vacunación en América Latina ha sido en general lenta y las capacidades de los países heterogéneas. No obstante, también existen algunos casos, como Chile y Uruguay, que han alcanzado coberturas relativamente altas en poco tiempo y que en ese aspecto suponen una referencia para la región.
También ha ido evolucionando nuestro entendimiento sobre qué grupos vacunar. Actualmente, ya existe un cierto consenso científico de la conveniencia de incluir en los grupos de vacunación a los/las adolescentes mayores de 12 años y a las mujeres embarazadas.
También ha ido cambiando nuestra meta en relación con el porcentaje de población a vacunar. Si bien todas las vacunas que se están utilizando en la región son seguras y eficaces, pareciera que no todas tienen la misma capacidad para afectar la transmisión del virus. Así es muy posible que tengamos que apuntar a coberturas por encima del 70% para realmente frenar las curvas de contagios.
Otro aspecto que debe ser destacado y nunca dejado a un lado es el cumplimiento sostenido de las medidas de mitigación. El cual incluso con la llegada de las vacunas, es más importante de lo que era hace un año. El distanciamiento físico, el uso de mascarillas y la aplicación de cuarentenas en los casos que sean necesarias, han sido medidas que han afectado fuertemente nuestra manera de vivir y han provocado cansancio en la población. Sin embargo, el cumplimiento sistemático y generalizado de estas medidas claramente reducen la velocidad de transmisión del virus.
Las estrategias comunicacionales, bien diseñadas y contextualmente adecuadas, que apoyan y refuerzan el cumplimiento de estas medidas, requieren ser sostenidas y sistemáticas, considerando una amplia diversidad de audiencias de personas tanto vacunadas (incluso con dosis completas) como no vacunadas o vacunadas parcialmente. La temporalidad de estas medidas será prolongada y deberán ser parte de nuestra “normalidad”.
El panorama parece sombrío y con altibajos, iguales a los de las curvas de casos diarios de la pandemia. Sin embargo, a diferencia del año pasado, percibimos más cercana la luz al final del túnel. Ciertos países van demostrando que la pandemia puede ser controlada, alguno de esos incluso está en nuestra región.
Desde CAF hemos apoyado decididamente a la región durante este año y medio para enfrentar esta situación. Tan pronto como el 3 marzo de 2020, apenas 5 días después del primer caso reportado en la región, ya CAF había aprobado USD 5 MM de ayuda humanitaria de emergencia, que posteriormente superaron los 6,15 MM y que permitieron ayudar a 15 países de CAF mediante la compra de equipos de protección para el personal de salud, kits de detección de COVID-19 y equipamiento para hospitales, entre otros destinos.
Asimismo, de manera muy temprana se activó la Línea de Crédito Regional para Eventos Extremos del Clima, Sismos, Accidentes Contaminantes y Epidemias por USD 300 MM, que recibió solicitudes de 8 países de la región para créditos específicos destinados a la atención de los efectos sanitarios de la pandemia.
A lo largo de 2020 CAF destinó a través de la Línea de Crédito Regional de Apoyo Anticíclico para la Emergencia generada por el COVID-19 USD 3.800 MM; aprobó una Facilidad Regional de Apoyo Anticíclico para los Bancos de Desarrollo por los efectos del COVID-19 por USD 1.600 MM, y aprobó una línea de USD 1.200 MM para otorgar liquidez a las empresas de servicios públicos de la región, principalmente las de energía y agua.
Este año 2021 lo comenzamos con la aprobación de una Línea de Crédito Contingente por USD 1.000 MM para el Fortalecimiento de los Sistemas Sanitarios en el marco de la Pandemia por COVID-19 y especialmente para apoyar los procesos de vacunación, para la cual ya hemos recibido las primeras solicitudes.
Es nuestro compromiso con la región aportar de la mejor manera posible al manejo de esta crisis que ha cambiado por completo nuestro paradigma. Diariamente adaptamos y reinventamos nuestras agendas para estar cerca de nuestros clientes y poder atender sus necesidades, en pro de iniciar una nueva normalidad en la que nuestros países miembros estén fortalecidos.