Crecimiento verde, el camino más seguro de la recuperación económica
Este artículo también se publicó en la página web de la Fundación Carolina.
Después del destacable repunte económico del 2021, América Latina y el Caribe vuelve a cruzarse con los fantasmas históricos del estancamiento económico. Las proyecciones para el 2022 nos devuelven a los niveles de crecimiento previos a la pandemia, que no alcanzaban para convertirnos en una región de ingreso alto, ni para retomar los avances sociales cosechados a inicios de siglo gracias al boom de las materias primas.
La buena noticia es que, a raíz de la pandemia, en la región se ha extendido un consenso generalizado de que la recuperación económica pasa inevitablemente por el crecimiento verde. Esto es muy positivo desde varios puntos de vista. En primer lugar, porque la rica biodiversidad y recursos naturales de América Latina Latina y el Caribe pueden convertirse en la principal ventaja competitiva de la región en las próximas décadas, y también en un gran balón de oxígeno en la lucha contra el cambio climático global.
Por poner solo algunos ejemplos, la región alberga el 60% de la biodiversidad del planeta, el 25% de los bosques tropicales y el 28% de la tierra con potencial para la agricultura. Estas cifras son de por sí una gran ventaja competitiva, si tenemos en cuenta que las soluciones basadas en la naturaleza son una respuesta eficaz al calentamiento global, pero también en el momento de generar energía limpia o de proveer alimentos a la población mundial.
Solo a nivel hídrico, la región tiene el 20% de la capacidad hidroeléctrica mundial y Brasil es el segundo mayor productor del planeta. En paralelo, la región es uno de los mercados más prometedores a nivel global, ya que hasta el momento solo ha desarrollado el 23% de su potencial hidroeléctrico.
Para obtener el máximo potencial de nuestras ventajas competitivas y acometer la transición a economías productivas bajas en emisiones de gases contaminantes es imprescindible aumentar las fuentes de financiamiento para potenciar el crecimiento verde. Se calcula que a nivel mundial se deben duplicar las inversiones en proyectos de energía hasta 5 trillones de dólares para 2030 para enfrentar el desafío de ser neutros en carbono en 2050. Paralelamente, hasta 2050 necesitamos invertir 8,1 billones de dólares para proteger los ecosistemas naturales y la biodiversidad.
La Unión Europea, una de las regiones más comprometidas con el cambio climático y la reactivación económica verde, puede ser un ejemplo de articulación de la transición hacia sistemas productivos más respetuosos con el medio ambiente. El Pacto Verde Europeo y los Fondos Next Generation, por ejemplo, son herramientas que inciden de manera directa en los tejidos empresariales y en las políticas de reducción de emisiones a nivel nacional.
Desde CAF queremos convertirnos en el banco verde y de la reactivación de América Latina y el Caribe, para fomentar el crecimiento verde a través de un mayor posicionamiento y financiamiento de proyectos en temas ambientales, forestales, hídricos, climáticos, gestión de residuos, eficiencia energética y agricultura sostenible.
Gracias a la reciente capitalización de USD 7.000 millones que nuestro Directorio aprobó por amplio consenso, tendremos un mayor músculo financiero y operativo para profundizar una oferta financiera competitiva, así como soluciones técnicas que permitan a América Latina convertirse en un actor destacado en la acción climática global.
En esta línea, estimamos que nuestras operaciones verdes pasen del 24% en 2020 al 40% en 2026. Esto significa que en los próximos cinco años movilizaremos USD 25.000 millones para el crecimiento verde. Estos fondos operarán en paralelo a nuestro trabajo para moldear una agenda basada en alinear a los sectores económicos para trazar pautas que reorienten su marco de planificación hacia la responsabilidad social, la sustentabilidad ambiental y un enfoque de desarrollo bajo en emisiones de gases de efecto invernadero y resiliente al cambio climático.
Durante los próximos años, promoveremos la cooperación entre los sectores público y privado para fortalecer la acción climática, el desarrollo sostenible, el intercambio de conocimiento y un mejor equilibrio con la naturaleza. Ese es el caso de iniciativas como el Pacto de Leticia, que aportan un gran valor a la promoción de la conservación de la Amazonía.
Algunas líneas de nuestra acción se anunciaron durante la COP26 de Glasgow. Por ejemplo, nuestro apoyo para conservar la biodiversidad del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, una región compartida por Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá, que genera USD 3.000 millones anuales derivados principalmente de la pesca, el turismo y el transporte marítimo. O la creación de un proyecto con el MIT para proteger los bosques tropicales de Colombia, mediante la gestión de datos y tecnologías innovadoras soportadas en uso de drones.
Estamos en un momento histórico en el que la gran mayoría de actores públicos y privados están comprometidos con la sostenibilidad y con la necesidad de una recuperación basada en un crecimiento más verde e inclusivo. Aprovechemos la oportunidad para llevar a cabo soluciones globales ambiciosas e innovadoras que nos acerquen a un mundo más respetuoso con el medio ambiente.